El cenotafio.

—¿No es triste? —dijo ella mientras recargaba su frente en el hombro del chico a su lado— Que dejemos de confiar en los demás por lo que otras personas nos hicieron  —termino la frase con un susurro y se encogió sobre la cama.  —Pero es más triste que una persona se aleje sólo por eso, sin siquiera llegar a conocerte más — dijo y la beso en la frente al mismo tiempo en que acariciaba du mejilla.  Ella no confiaba en él, ni en sus propios sentimientos porque su mente había construido muros de acero inoxidables. Él continuaba confiando en las personas, aun cuando les había entregado su corazón y estas se lo habían devuelto hecho trizas.  Ella no lo amaba, ni sabía si iba a poder ser capaz, sólo estaba siendo egoísta pensando en si acaso ella sería parte de la lista de quienes magullaron a su corazón o si sería capaz de mantenerlo dentro de una brillante caja de cristal.  ¡EGOISTA!